El espiritu, el caracter, la vida, la obra y el metodo de pintar de Rembrandt son un completo misterio. Lo que podemos adivinar de su naturaleza esencial proviene de sus pinturas y de incidentes triviales o tragicos de su infortunada existencia; su inclinacion por la vida ostentosa lo obligo a declararse en bancarrota. Sus desgracias no son del todo comprensibles y su obra refleja ideas perturbadoras e impulsos contradictorios que emergen de las profundidades de su ser, como la luz y las sombras en sus cuadros. A pesar de todo, tal vez nada en la historia del arte causa una impresion mas profunda de unidad que sus pinturas, compuestas de elementos tan distintos y llenos de significados complejos. El espectador siente que el intelecto de Rembrandt, esa mente genial, grandiosa, osada y libre de toda servidumbre que lo guiaba a traves de las mas elevadas reflexiones y los mas sublimes ensuenos, se deriva de la misma fuente que sus emociones. De ahi el tragico elemento que plasmo en todo lo que pintaba, sin importar el tema; en su obra coexiste la desigualdad con lo sublime, algo que puede parecer la consecuencia inevitable de una existencia tan tumultuosa. Pareciera como si aquella personalidad singular, extrana, atractiva y casi enigmatica hubiera sido lenta para desarrollarse, o al menos para alcanzar su completa expansion. Rembrandt demostro talento y una vision original del mundo a muy temprana edad, como lo prueban sus grabados de la juventud y sus primeros autorretratos realizados alrededor de 1630. Sin embargo, en la pintura no encontro de inmediato el metodo necesario para expresar las cosas, todavia incomprensibles, que deseaba expresar; le faltaba ese metodo audaz, completo y personal que admiramos en las obras maestras de su madurez y ancianidad. A pesar de su sutileza, en su epoca se le juzgo brutal, lo que ciertamente contribuyo a alejar a su publico. A pesar de ello, desde sus inicios y una vez logrado el exito, la iluminacion fue parte importante de su concepcion de la pintura y la convirtio en el principal instrumento de sus investigaciones de los misterios de la vida interior. Ya le habia revelado la poesia de la fisonomia humana cuando pinto El filosofo meditando o La Sagrada Familia, tan maravillosamente absorta en su modesta intimidad, o, por ejemplo, en El angel Rafael dejando a Tobias. Muy pronto aquello no fue suficiente. La guardia nocturna marca de inmediato la apoteosis de su reputacion. Tenia una curiosidad universal y vivia, meditaba, sonaba y pintaba replegado en si mismo. De los grandes venecianos tomo prestados sus temas, convirtiendolos en un arte que brotaba de una vida interior de emociones profundas. Los temas mitologicos y religiosos los trato de la misma manera que sus retratos. Todo lo que tomaba de la realidad y hasta de las obras de otros lo transmutaba al instante en parte de su propia sustancia.